
Se trata de un pueblo tranquilo, en una encantadora llanura cerealista con preciosos pinares y largos senderos entre los que pueden darse agradables paseos, en el que se respiran la paz y el sosiego.
Puedes iniciar el recorrido por la Plaza Mayor del pueblo, en la que se encuentran algunas de sus obras más representativas como la Iglesia o el Ayuntamiento
Data del siglo XVIII y ha sido denominada Bien de Interés Cultural con categoría de monumento.
En la ornamentación interior nos encontramos con bellos retablos ( San Miguel y Santiago Matamoros recientemente restaurados) y confesionarios de inspiración barroca. También destaca su órgano del siglo XVIII, desgraciadamente casi irreparable. Destacan en ella su portada mudéjar, en su interior un óleo de Bartolomé Esteban Murillo, en que se representa a la Virgen con el Niño y Santa Ana y que procede de la colección del Conde de Adanero. Y el magnífico retablo de San Miguel, del siglo XVI, obra de Juan Rodríguez.
Edificado en el siglo XIX y coronado por un reloj y una campana que se ha convertido en un símbolo para la localidad, despertando alegremente a todos los vecinos.
Arquitectura típica noble castellana en ladrillo y cuarterones. Expectacular portada en piedra granitica con escudo . Posiblemente el Palacio data del siglo XVII.
Restaurado en 2005, se abrirá para visitas próximamente.
Para los amantes de la ornitologia pueden deleitarse con sus aguas permanentes que dan cobijo a azulones, patos y cisnes.